Reflexión tonta sin motivo en especial

Con heridas veo un pasado, un pasado que me ha dejado algo más que sola, a veces un poco vacía, fría me han dicho algunos, un limón agrio para otros, a veces extraño cierta compañía, y no es que sufra de falta de afecto, ni tenga un problema de déficit de atención, pero extraño esa sensación, quizá no su compañía en especial, ni la compañía de los siguientes, ni la de los anteriores, sino el halo de cariño que dejaba, ese quién quiera que sea, cerca de mi, esa atención que nunca faltaba, a veces extraño mensajes mañaneros, a veces extraño un te amo espontáneo, aunque es muy fácil adaptarse a la soledad, por lo menos para alguien como yo, a veces extraño la absurda compañía, a veces extraño la rutina, a veces extraño las torpezas; lo más difícil ha sido aceptar que la vida funciona en compañía, o en ausencia de ella, que nadie muere por estar solo, que nadie depende de nadie, y es difícil de aceptarlo sólo porque todo funciona en par, zapatos en par, aretes en par, un sol y una luna, casi todo en la vida funciona en dualidad, te lo meten en la cabeza desde niño, y es difícil enfrentarte a una realidad que no es tan rosa como este blog, ni tan dulce como los cuentos de hadas, es complicado ver que, aunque estoy mejor que nunca en mi vida, ha sido imposible funcionar en par, y no es que no lo haya intentado, quizá la torpe sea yo en muchos casos, no me canso de repetir que la esperanza es lo último que se pierde, y aún con eso me queda sólo un tenue hilo de esperanza que temo desaparezca más temprano que tarde, la ventaja de todo es que al final no estoy tan sola, pero esa perfecta dualidad que se supone debes perseguir eternamente se aleja a cada momento con más y más inclemencia.