Nunca deja de ser dulce aquel recuerdo, aunque ya no es más que eso, cual mirada al espejo sin reflejo alguno, vulnerable y sin sentido me mantengo, no más que un recuerdo consecuente, metido en venas, músculos y pensamientos, siempre presentes labios y sensaciones, hoy existe, como si no se hubiese perdido en la memoria. Nunca deja de ser dulce y nunca deja de ser cierto, probar los labios de un ángel que invisible y testarudo permanece en la eternidad.
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Ocurrencias y ocurrencias, para eso es esto ¿no? cuéntame...